La escultura en Mesopotamia y Egipto

La escultura en las primeras civilizaciones

En las tierras regadas por el Éufrates y el Tigris se desarrollan dos civilizaciones de fundamentos distintos y que van a suscitar dos manifestaciones artísticas de valores opuestos. En el bajo valle, las regiones de Summer y Akkad (Caldea) han sido lugar de paso y hogar de la civilización urbana, de las ciudades templo, que terminan uniéndose a los imperios babilónicos. Las regiones menos accesibles del alto valle del Tigris, Assur, fueron cobijo de un pueblo guerrero, poco dúctil a las influencias externas, y que en varias ocasiones descendió a las fértiles tierras bajas para someter a sus pueblos.

En el sur, sumerios y acadios elaboran una civilización burocrática: administración compleja bajo Gudea, código de leyes bajo Hammurabi, culto a deidades protectoras con un sacerdocio organizado desde las épocas más antiguas de las ciudades templo. En el norte, los asirios poseen una historia dramática y terrible y son los portadores de una civilización militar. Introducen el hierro y el caballo como animal de carga y sus reyes no son constructores ni legisladores sino grandes guerreros (Asurnasirpal, Asaraddón…).

La escultura de sumerios y acadios.

La escultura sumeria tiene siempre un contenido religioso, la asiria asume una función política de propaganda y de exaltación mayestática de los reyes caudillos.

Orantes de Tell-Asmar

En la ciudades templo de Summer la fe en los dioses protectores impregna las estatuillas votivas que los devotos ofrendaban. En este periodo inicial los rasgos de arcaísmo prestan una deliciosa ingenuidad a las esculturas orantes: manos cruzadas ante el pecho en posición impetratoria, cabeza enorme en relación con el cuerpo, dificultad para doblar codos o rodillas, ojos coloreados con un círculo intenso, y, sobre todo, quietud absoluta y sensación de recogimiento.

Estela de Naram-Sin

Cuando Summer es conquistada por los acadios (2500 a.C.) aparece en el arte del sur un nuevo género, la estela, bloque de contorno irregular en el que se graba algún texto bajo un relieve. La más famosa, la de Naram-Sin, con el rey de mayor tamaño que los soldados –característica de todos los relieves sumerios- introduce en el espectáculo de sus victorias un sentido del movimiento, del que carecía la plástica de las ciudades-templo.

Gudea de Lagash

Los rasgos de las estatuillas votivas arcaicas se mantienen en el periodo denominado neosumerio (2150 a.C.). Una figura enigmática es exaltada en innumerables retratos, Gudea, señor de Lagash, quien se enorgullece en sus inscripciones de haber construido templos y haber protegido a su pueblo de cualquier peligro. Otra vez encontramos el canon corto, las manos cruzadas, las formas geométricas en las telas, el estatismo imperturbable, pero ya en las mejillas, labios y barbilla se percibe un modelado y en el rostro una expresión de dulzura que se mantendrán durante todo el periodo babilónico posterior. La Estela de Hammurabi (silgo XVIII a.C.), perteneciente a este último periodo, enlaza con el género cultivado por los acadios.

La escultura de los asirios. El relieve.

La finalidad esencial del arte asirio es la glorificación del soberano. “Yo soy rey, yo soy dueño, yo soy augusto, yo soy todopoderoso, yo soy juez, yo soy príncipe, yo soy héroe, yo soy vencedor, yo soy poderoso, yo soy varonil, yo soy Asurnasirpal”, dice una inscripción. Pueblo muy guerrero y violento, introduce en los retratos, de canon más alargado que los sumerios, una expresión solemne, deshumanizada, y diversos símbolos de dominio o de opresión (el cetro, la fusta), como se comprueba en la Estatua de Asurnasirpal II.

Estatua de Asurnasirpal II

La cumbre del arte asirio se encuentra en los relieves, que ofrecen una serie de contrastes solo posibles en artistas que dominan los recursos de la técnica: rigidez y movimiento, realismo y fantasía. En el Palacio de Khorsabad, construido por Sargón II al norte de Nínive, enormes toros alados flaquean la entrada. En los palacios que en Nínive ordenaron construir Asaraddón y Asurnasirpal, frisos continuos en los muros (hoy en el Museo Británico), plasman escenas de caza y de guerra. Murallas, carros de combate, vegetación, ríos con peces en los que bucean soldados que respiran en vejigas, componen el escenario en el que se desenvuelven los asaltos a ciudades enemigas o las lentas procesiones de los pueblos vencidos.

Toros alados del Palacio de Khorsabad

Pero es en las escenas de caza del palacio de Asurbanipal donde este arte alcanza su máxima expresividad. Los escultores asirios tratan la figura humana con una serie de convencionalismos, barba rígida, modelado sumario, pero en los animales, en los caballos al galope, y más aún en los leones acosados, el vigor expresivo señala una de las cimas del arte antiguo. La leona herida es el ejemplo más conocido de esta combinación de tensión y rigidez, de fuerza y desfallecimiento, que puede encontrarse en otros animales agónicos. Antes de Grecia el relieve asirio es el único género auténticamente profano, desprovisto de cualquier connotación religiosa, que un pueblo orgulloso de sus hazañas se atrevió a plasmar.

La leona herida

Rasgos generales de la escultura egipcia

La casi totalidad de la escultura egipcia ha sido encontrada en las tumbas; de su carácter funerario deriva su concepción y sus rasgos formales. Su hieratismo solemne, sin presión estática la distingue de cualquier otra creación de la historia de la escultura. Los arcaísmos, almendrado de los ojos, falta de expresión en los rostros, mirada, rigidez en la manera de doblar cualquier articulación, sirven a un lenguaje que no busca la representación de la vida sino retratos-soporte del alma para la eternidad. La ley de la frontalidad, que reduce la contemplación a un solo punto de vista, es el equivalente al plano de un arquitecto, a un diseño de la primera idea que se tiene de la figura.

Estatua sedente del faraón Kefren

El frontalismo se refuerza con la disposición de los brazos y la rigidez de la nuca, que sujeta en posición central a la cabeza. En los grupos, las diferentes figuras se yuxtaponen, adoptando una misma posición. Cabelleras y barbas se reducen a una serie de líneas paralelas, sin que nada rompa la hierática solemnidad de lo inmóvil. Estos rasgos generales evolucionaron y sufrieron cambios a lo largo de la historia egipcia.

Evolución de la escultura

En las primeras dinastías se alternan el trabajo de la pequeña estatuilla de marfil con el coloso de piedra. Igual que en arquitectura, son los monarcas de la IV Dinastía los impulsores de la actividad artística. La influencia religiosa y el realismo se comprueban en las denominadas cabezas de sustitución, que se adaptaban a cuerpos hechos en serie; solo el rostro se considera en ese momento como personificación del difunto. En esta etapa realista dos esculturas, el llamado Chéik-el-Beled y el Escriba sentado, son obras magnas.

Cheik-el-Beled o El Alcalde del Pueblo

El Escriba está diseñado con un criterio geométrico, una serie de planos que se ensamblan, y como testimonio histórico nos acerca a una sociedad burocratizada, en la que los funcionarios desempeñan una función importante, en un periodo en el que las estatuas de Kefrén y Mikerinos permiten comprobar el proceso de divinización del faraón.

El escriba sentadoPoco antes del año 2000 Mentuhotep, tras un periodo de decadencia, unifica nuevamente Egipto, establece la capital en Tebas e inicia la XI dinastía y el Imperio Medio. El arte se acerca a la realidad cotidiana y pueden percibirse, disimulados, algunos sentimientos y expresiones graves y pensativas, como en el retrato de Sesostris III. Las figuras se alargan y la comparación de varios retratos de un mismo faraón trasluce los estigmas de la edad. La estatuaria abandona los valores intemporales de las obras de tumba y se acerca a la vida. Pero en la Dinastía XIII se vuelve al academicismo y la frialdad. En ese momento la invasión de los hicsos va a suponer un terrible trauma.

Retrato de Sesostris III

La recuperación política y artística se efectúa por la Dinastía XVIII, con la que se establece el Imperio Nuevo, cercano ya el años 1500 a.C. Para la plástica es un momento decisivo, de renovación en las técnicas, en los temas, en la sensibilidad. Especialmente bajo Akenatón, el reformador religioso, la escultura adquiere una extraordinaria dulzura, como podemos ver en el busto de su esposa Nefertiti.

Busto de Nefertiti

Los relieves representan escenas de la vida diaria, movidos por un intenso naturalismo, los aspectos desagradables como el vientre hinchado del faraón hidrópico y sus brazos deformados y larguísimos, que no hubieran sido representados en otra época. En la época de los Ramésidas sus actitudes imperialistas no son propicias a representar dulzuras y se cultiva la estatua colosal, como las que guarnecen la entrada a los templos de Abu-Simbel.

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