Michelangelo Merisi, Caravaggio

En el breve lapso de una vida y una carrera arrebatadoras, este pintor, que nació en Milán y pasó la mayor parte de su vida en Roma, revolucionó el curso del arte. La novedad más radical fue la apasionada y poética representación de la realidad, sin concesiones, reproducida tal como se muestra en las calles, en la vida cotidiana. En sus primeras pinturas aparecen mozos, tramposos, gitanas, compañías equívocas que llevan al escenario del arte una bocanada de novedad, que pronto seguiría toda Europa.

Caravaggio, Baco, 1594-96, Florencia, Uffici. Desde sus inicios Caravaggio luchó por recuperar lo real y lo natural. Gracias a un talento incomparable, es considerado el verdadero fundador del género de la naturaleza muerta; los coleccionistas empezaron a disputarse sus obras. El propio Caravaggio afirmaba: “Se requiere tanto trabajo para hacer un buen cuadro de flores como de figuras”.

Caravaggio (1571-1610) provocó el escándalo por su falta de decoro; algunas de sus maravillosas pinturas fueron rechazadas por su excesivo realismo. Pero a los altares de Roma subieron pinturas que marcarían una época nueva. La luz, lateral y diagonal, revelaba escenas llenas de acción y dramatismo, en las que un profundo sentido religioso se sumergía en las sombras de la vida cotidiana y real.

Caravaggio, Judit y Holofernes, 1595-96, Roma, Galleria Nazionale d’Arte Antica. La espectacular y dramática escena forma parte de un grupo bien reconocido de pinturas, realizadas al inicio de su relación con el cardenal Del Monte, en las cuales trató las figuras con insólita nitidez, casi con dureza. Una luz directa y dura pone de relieve los detalles más macabros: el tema de la cabeza cortada y de la sangre que corre constituyen casi un leivmotiv en la carrera del pintor. Caravaggio eligió repetidamente temas de decapitaciones (Medusa, Judit, David y Goliat, el Bautista), primero inconscientemente y después, tras la condena a muerte por decapitación que se le impuso en 1606, como terrible proyección autobiográfica.

Caravaggio se encontraba en la cumbre de su fama cuando, en 1606, mató a un hombre, fue condenado a muerte y tuvo que huir de Roma. Su huída lo llevó a Nápoles, Malta, Sicilia, de nuevo a Nápoles y finalmente a la playa de Porto Ercole, donde el pintor murió en 1610: estas etapas están marcadas por nuevas obras en las que vibra la angustia por una situación cada vez más difícil. La revolución de la pintura estaba hecha, y no afectaría sólo a los pintores, sino sobre todo a los que contemplaban sus obras: Caravaggio nos exige una atención más intensa, no ya como simples espectadores, sino como testigos de la acción que se desarrolla delante de nuestros ojos.

Caravaggio, Virgen de los peregrinos, 1603-1605, Roma, Sant’Agostino. La escena se desarrolla en un clima humilde y de intensa emoción: la propia María es una mujer sencilla, alejada de la iconografía tradicional. De frente aparecen los dos personajes que casi se han convertido en los verdaderos protagonistas de la pintura, los pobres peregrinos andrajosos y mugrientos, que ofrecen al espectador un primer plano de sus pies llagados y sucios, detalle de gran realismo que escandalizó a los contemporáneos de Caravaggio.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Anterior

Obras maestras: 'Noctámbulos' de Edward Hopper

Siguiente

Los coloristas venecianos (I): Tiziano

Latest from Fundamentos del Arte I

A %d blogueros les gusta esto: